El cerebro EXIGE vacaciones

Ha llegado el momento de las vacaciones. Muchos asocian la palabra vacaciones a sombrilla-bañador-bronceador, playas de ensueño, verdes bosques, lagunas perdidas entre montañas, momentos familiares…  Esto depende de las posibilidades económicas y gustos de cada uno, pero lo cierto es que las vacaciones son sinónimo de descanso. Coloquialmente decimos “sí vete aunque sea dos días, desconecta y recarga pilas”, y no estamos del todo equivocados.

Nuestro cerebro, el mandamás de nuestro cuerpo no está en una actividad constante todo el día. Es una zona biológica increíblemente sabia y deja inactivas aquellas zonas que no está utilizando para intentar ahorrar energía y poder emplearla de manera eficiente mientras trabajamos, hacemos las cuentas de casa o preparamos la declaración de Hacienda. Al mismo tiempo cuentacon dos vías atencionales: la red de tareas positivas activada cuando necesitamos concentrarnos en algo durante un largo tiempo (pongo de ejemplo mi lucha por cuadrar mis horarios semanales cada sábado); y la red de tareas negativas que se activa cuando divagamos, fantaseamos o soñamos despiertos (lo que yo hago los domingos por la mañana cuando me despierto y remoloneo en la cama pensando en mis vacaciones). Son dos vías excluyentes, es decir, si una está activa la otra no puede funcionar. ¿Quién suele ganar la batalla y dominar nuestra atención la mayor parte del tiempo? Está claro que la de tareas positivas, provocando que nuestra creatividad se quede en la sombra y exigiéndonos un rendimiento de alta competición cada día, estresándonos y consumiendo toda nuestra energía. Es la responsable de los enfados, las malas contestaciones y la apatía que muchas veces se apodera de nosotros. Cuando esta sintomatología se vuelve crónica el cerebro reclama vacaciones.

¿Qué ocurre cuando estamos de vacaciones? Se ha demostrado que el cerebro en pleno remanso de paz, sin preocupaciones ni tener que hacer cuentas, dedica esos momentos de ocio para hacer algo productivo como fijar conocimientos adquiridos al estudiar o aprender algo nuevo. Este es el momento que coloquialmente llamamos “recarga de pilas” y en el que la segunda vía atencional se apodera de nuestra mente. Es el momento en el que nos encontramos superactivos, de buen humor, nada nos cansa, ¡nada nos detiene! Es el efecto de la felicidad de nuestro cerebro: él es quien está de vacaciones. El cerebro suele dedicar estos momentos a eliminar todo aquello que nos produjo el estrés (toxinas y exceso de hormonas) y libera endorfinas para combatirlas. Las vacaciones no son cuestión de dinero son cuestión de descanso. Hacer unparón en la rutina diaria, olvidarnos de despertadores, agendas e incluso móviles es beneficioso para nuestra salud.

Además de esto las vacaciones son entendidas como una recompensa por el esfuerzo realizado a lo largo del año y aumentan nuestra autoestima. Según los expertos basta con dos días sin hacer nada (incluyendo las nuevas tecnologías)  para volver con las pilas cargadas. Así que ya sabes, deja el teléfono, la tablet, el e-book, la PSP e incluso los pasatiempos, túmbate en la arena, el césped o en el sofá de casa y deja que tu cerebro se sienta libre.

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Patricia Blasco. Psicóloga.

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